De regreso a casa he entrado a votar en el colegio electoral. Como era pronto no había casi nadie.
Me he dedicado a observar todo.
Los interventores del PSOE y Ciudadanos eran dos señores de unos cuarenta años que hablaban entre ellos como si fueran vecinos. La interventora de Podemos descansaba en un banco del vestíbulo del colegio, con aire de señora que viene de la compra. A las puertas del colegio fumaba el interventor del PP, un joven con un poco más de peso de la cuenta, una gorra americana calada, una camiseta azul y unas zapatillas y chandal que le quedaba tan mal que lo menos cruel que se puede decir es que estaba muy bien dotado, al menos el rabo se le notaba un montón (creo que en un colegio del barrio de Salamanca lo hubiera corrido a gorrazos).
Al interventor de IU no se le veía por ningún lado.
Oliverio.
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