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sábado, 4 de febrero de 2017

Celulares para bebés.

Iba en el metro y se montó una madre con cuatro hijos pequeños. Ocuparon todo un banco y pusieron el carrito del niño más pequeño delante de ellos al alcance de la madre.
Según se sentaron repartieron tres móviles; dos para los niños mayores y otro para la madre. La niña mayor, quizá diez años, y el niño en el cochecito quedaron sin nada. La niña asumió que no le tocaba la atención de nadie pero el pequeño de cerca de dos años no podía razonar y se puso a llorar como un loco. Varias estaciones llorando. Pero porque no le hacían caso. Lloraba, pero bien alto. Todo el mundo se daba cuenta menos su madre enfrascada en su móvil.
Varias estaciones de llantos sin lágrimas dieron resultado y la madre cogió al niño y lo puso de pie entre ella y la hija que recibió el teléfono. Todos los niños tenían su teléfono y los pasajeros tenían su tranquilidad.
Al llegar a Sol yo pensé que no se bajaban pero en cuanto se abrieron las puertas la madre cogió al niño pequeño y salió sin mirar por los demás. Los dos medianos salieron detrás de ellos. Y antes de que cerraran las puertas salió el mayor con el carrito atropellando a los viajeros que llevaban un rato entrando. La madre ni se volvió para mirar. Yo estaba nervioso por lo que pudiera pasar al chaval. La verdad es que no parecía que le dieran mucho trabajo cuatro hijos.


Oliverio.

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