Powered By Blogger

martes, 26 de diciembre de 2017

Disparo en en su propio pie.

Me pidieron que devolviera un lilbro para que no se pasara la fecha de entrega de la biblioteca. En el sello del libro venía el nombre y creía recordar dónde estaba. Fui al sitio y resultó que me había equivocado, aquello era un centro cultural. Detrás del mostrador de recepción había una señora mayor y una chica joven con un gorro de papa noel.
Saludé y pregunté dónde estaba la biblioteca. Me dijeron que aquello no era tal. Ya lo sospechaba yo por el nombre que había en el exterior. Pero por si acaso había entrado. Les pregunté si sabían donde estaba la biblioteca y me miraron con cara de no entender mi pregunta. Les dije que si no tenían las direcciones de los centros culturales más próximos o un medio de saberlo. No movieron ni un solo dedo y me siguieron mirando con cara de cómo pudiera ser que existieran insectos molestos como yo con el frío que hacía en la calle. La joven me dijo "No" y se quedó tan fresca.
Una señora mayor que había llegado mientras me indicó que estaba por una calle cercana, como a dos paralelas. Entonces recordé que sabía más o menos por donde estaba. Le di las gracias y me fui sin poner una queja a las dos funcionarias que estaban pidiendo a gritos que se acabe con esa situación laboral.
En la otra biblioteca la señora fue muy amable y vi por primera vez una estantería que si dejabas en las baldas el libro que entregabas aparecía en una pantalla que lo habías devuelto y te podías ir.
La tecnología es sorprendente, aunque menos que la gente..


Oliverio.

No hay comentarios: