Había alguien durmiendo en el suelo.
Era un hombre acurrucado en una manta, que le dejaba al descubierto un plumas oscuro, y el pelo revuelto de la cabeza. Se había quitado las zapatillas y las había dejado juntas a su lado, y un tetrabrik de zumo y dos objetos con pinta de comida estaban a la altura de su cabeza.
Le hubiera dejado dinero en las zapatillas pero las puertas de los bancos de barrio suelen dar unos portazos brutales.
Había una niebla muy densa y me fui a casa andando con una congoja horrible. Cuando abrí mi casa me dio un golpe de calor por la calefacción que había tenido encendida por la tarde. Y...
Todavía me cuesta escribir estas líneas.
Las zapatillas limpias y puestas juntas.
Orden.