La persona que abría se ha sorprendido, como yo, pues no nos esperábamos el uno al otro.
Era un monja y ha entablado conversación porque los dos hemos actuado como sorprendidos, yo de que se abriera la puerta y ella de que hubiera alguien justo en el quicio.
Me ha dicho que desde el convento habían visto las plantas que habían dejado en una serie de macetas en la acera de enfrente y había salido a verlas. Yo le he animado a cogerlas y me ha dicho que solo quería un esqueje del geranio. La verdad es que el geranio no tenía muy buena pinta (quizá tenía plaga), el aloe vera de una maceta estaba descuidado pero con mejor aspecto.
Al final ha recogido todos los platos que se ponen bajo las macetas, había unos cinco.
Así que las macetas vacías se han quedado, al igual que el aloe vera y el geranio demediado.
Me ha deseado que el Señor quedara conmigo, yo he hecho lo mismo y se ha vuelto al convento.
Supongo que no era de clausura ni tenía voto de silencio.
La gente prefiere las flores a las espinas.
Oliverio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario