El mismo sábado le desee que se lo pasaran bien. Y pasado el acontecimiento le escribí para ver si había sido entrañable.
Mi amigo me dijo que se lo habían pasado muy bien y que había sido muy emotivo. Me envió fotos de la cena. Me pareció que el tiempo se notaba cruelmente, pero eso ya lo veo cuando me lavo la boca ante el espejo. Mi amigo me comentó que habían creado un grupo de guasap y que uno de ellos estaba mandando fotos antiguas.
Ver las fotos antiguas ha sido un regreso al pasado sin anestesia. Son fotos de barrio, en algunas parecen un grupo de pandilleros, están en un parque, están en un descampado delante de un cartel de unas elecciones, están en una estación de tren... ¿Están?
Y de pronto me doy cuenta de que no estoy en ninguna de las fotos. Me he sentido como el que ve en las redes sociales lo bien que se lo están pasando sus amigos en un viaje al que no ha sido invitado. Pero es que en alguna hay cerca de 20 personas.
Vamos, que ya sé porque no sigo teniendo amigos del instituto.
Oliverio.
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