Me fijo sorprendido y veo que el perro, que es bastante grande, va sentado en el regazo de un conductor que ha girado muy mal cambiando de sentido delante del autobús. La conductora le toca el claxon y veo como todas las personas que pasean se fijan en el coche.
Acto seguido el conductor se mete en una zona de aparcamientos y le veo a lo lejos maniobrar para entrar en la esplanada.
Sigo mi viaje conservando la imagen del perro conductor en mi memoria perezosa de sol y buen tiempo.
Oliverio.
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