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lunes, 16 de abril de 2012

Actuar en público.

Cuando voy al teatro no quiero que los actores tengan ningún tipo de relación con los que vemos la función. En cuanto me entero de que pueden hablarte, sacarte, señalarte, o lo que sea, no voy a ver la obra.

Pues anoche soñé con ello.
Estaba como en un centro comercial chiquito, algo de barrio, y uno de los locales que hacía esquina y daba al patio central lo estaban preparando como un pequeño teatro de los años 40. Habían puesto una cortina pintada con aspecto de varietés de provincias y arriba el nombre del local: La Alhambra.
Entre con alguien para ver cómo hacían la reforma y nos sentamos hacia la mitad de la platea. Había gente rematando y cuando nos quisimos dar cuenta empezó a entrar gente en el local y a ocupar sus localidades. La persona que iba conmigo dijo.
- ¡Ay madre! Que la mitad del teatro son actores.
Yo le contesté:
- Pues no sé por qué te preocupas que tu eres actor.
Y con un susto tremendo en el cuerpo por la que se me avecinaba miré a mi compañero para recriminarle su posición de ventaja en mi desastre. Estaba sentado con Jorge Calvo (creo que se llama así). Me empecé a hundir en la butaca y de pronto me percaté de que llevaba media cebolla en la mano izquierda. Como recién cortada, húmeda todavía. Y con su capa de bronce cubriéndola.
Me desperté. El despertador iba a hacer su trabajo.
H.P. Lovecraft.

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