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domingo, 8 de abril de 2012

Viernes de procesiones.

Me fuí con un amigo y empezamos con la del Cristo de Medinaceli. Nos situamos en la Carrera de San Jerónimo cerca de la esquina con Marqués de Cubas. Estuvimos más de 30 minutos siendo pisoteados y magreados por la multitud. No vuelvo. Y encima la imagen iba sobre ruedas. Miles de curiosos y nadie dispuesto a colaborar. No me creo que los de la parroquia no tengan posibles para hacer una procesión como mandan los cánones.
Después nos metimos por el barrio de Huertas y nos encontramos con otro Cristo y una virgen que subían por la calle de Atocha y torcían por la plaza Matute. Me impresionó mucho. El trono del Cristo sin pintar, el manto de la virgen sin bordar, entro otros detalles de modestia. Estos si llevaban nazarenos y nazarenas (gresca al canto pero es que es verdad, y era la primera vez que veia portar un paso a mujeres).
Mi amigo necesita comer cada poco tiempo y nos sentamos en un banco cuando la multitud se alejaba. Nos dijo un señor con cierto desaliño en el vestir.
- Vista la mitad de la gente que está por aquí no me extraña que mataran a Jesús.
Nos quedamos perplejos. Subimos por Atocha, en Santa Cruz salía una Virgen (el cristo de la cofradía ya lo había hecho), estaban haciendo pruebas de ilumación con un foco sobre su cara en la calle. Me pareció de lo más cutre.
Nos acercamos a la plaza Mayor para pillar al cristo fugitivo pero no estaba, había gente esperando de pie e indicaba con su posición por donde iban a ir las procesiones. Cruzando Ciudad Rodrigo nos acercamos hasta la calle Mayor, muy cerquita del mercado de San Miguel. Compramos una palmera glaseada para compartir. El mordió una esquinita y mientras nos la comíamos sentados en un saliente del escaparate de un bar se nos acerca otro señor y nos dice haciendo gesto como si usara una ametralladora contra el público de la calle Mayor.
- Que ganas.
Se metió en el bar. No dijimos nada. Me fijé en mi colega y en mí. ¿Qué pinta teníamos para atraer a todos los anticlericales de la ciudad?
Nos metimos en la calle Mayor y nos acercamos todo lo que pudimos a la plaza de la Villa. Pasó el Cristo de los Alabarderos y mi amigo dijo que estaba cansado y que era hora de irse a casa. La verdad es que hacía frío.

Esperando a que pasara el Cristo de Medinaceli, ya se veía a la multitud usar las cámaras de fotos en la calle Jesús de Medinaceli, se empezó a montar un buen altercado. En nuestra acera la gente intentaba subir y bajar, algo que al final resultaba imposible y se empezaron a oir discusiones, y con todo detalle dos hombres muy cerca de nosotros empezaron a insultarse. Parecía que aquello iba a acabar muy malamente cuando la travesti más alta que estaba a nuestra izquierda dijo:
- Un poco de respeto, por favor.
No sé si les impuso la persona que les mandaba reflexionar o su envergadura, me sacaba media cabeza. Lo cierto es que se hizo el silencio.
Oliverio

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