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viernes, 22 de enero de 2016

De todos y de ninguno.

El tiempo es algo tan elástico.
Dejé el coche perfectamente aparcado y a la salida alguien había dejado una furgoneta cerrando mi posible salida. Había aparcamientos cerca: o llevaban mucho tiempo o no se molestaban en mirar que pasaba en la calle.
Me dediqué a tocar el claxón pero no exageradamente al principio por si estaban pendientes. Ni caso. A los 7 minutos bajaron una pareja fumando un cigarro, con pinta de la calle es mía y la acera te la dejo porque no puedo meter el coche. Al pasar al lado de dos señores que hablaban cerca uno les dijo: Algún día cuando bajéis no va a estar el coche. Eran reincidentes.
Cuando se iban a montar en la furgoneta les indiqué con la cabeza que ya podían haber dicho algo. Ni una señal de educación.

Al día siguiente en la fila de la caja del supermercado, solo una abierta, estaba cargando una señora con un carrito de niño vacío. Terminó y el dependiente se puso inmediatamente a pasar mis productos al otro lado. Yo no podía hacer nada porque estaba el carrito del niño ocupando todo el espacio del final de la cinta y porque la señora seguía metiendo cosas en las bolsas. Me puse en el pasillo de la caja de al lado para ir cargando algo en mis bolsas. Cuando por fin se fue la señora el cajero me dijo que si le podía pagar. Yo no había cargado casi nada. Me hice el sueco y seguí cargando. Me volvió a preguntar y le di el dinero aunque yo iba a medias. Antes de terminar me dio el suelto a toda carrera y se puso a atender al siguiente. Me quedé con ganas de decirle que estaba siendo muy mal educado pero no le conocía y parecía nuevo en la tienda.

Tres conclusiones: El tiempo es muy elástico, la gente es muy maleducada y yo me estoy haciendo un viejo gruñón. (Pero me quedé cabreado por no decir lo que pensaba en las dos ocasiones).


Oliverio.

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