Iba entre cabreado y resignado con mi equipo comprado en Decathlon y mis zapatillas vintage, porque llevan conmigo décadas, y al llegar a una calle grande me he encontrado con la cabalgata de los Reyes Magos de mi barrio.
La calle estaba cortada por el paso del desfile.
Mientras los pajes, los niños y todos los que iban arriban se dedicaban a apedrearnos con los caramelos yo pensaba que aquello era una señal divina. Todos el mundo hiperexcitado y yo partido de risa con la situación.
Sus majestades me estaban diciendo que no cruzara esa calle. Supongo que he entrado en el camino sin retorno de la vigorexia.
Oliverio.
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